¿Hegemonía comunicacional en la era digital?

25% es la cifra de personas conectadas a las redes sociales, páginas o portales web y teléfonos inteligentes en el mundo para el año 2012, según cálculos del Banco Mundial. Estamos hablando de más de 2 mil millones de personas, que ya no sólo residen en los países más industrializados, sino en todo lo ancho y largo del planeta Tierra.


La llamada “Primavera Árabe” fue una demostración de como la interconexión ya es hoy una realidad y una fuerza comunicativa a ser tomada en cuenta no sólo por los medios de comunicación social masivos, sino por gobiernos, ONG´S, partidos políticos, y demás componentes de la sociedad moderna. Quizás, en algunas naciones del África, Asia o la misa América esa fuerza se vea en menor escala, pero es indudable que las cifras apuntan a que incluso éstas sucumbirán a las fuerza del internet.


Por ello, la comunicación digital debe ser ahora más responsable y ética que lo que se pensaba en el pasado, cuando se daba como un medio social y no informativo o de poder. Ante ello, es vital que las personas entiendan que la información que coloquen en páginas, blogs, redes sociales o teléfonos puede ser vista por millones de personas y medir muy bien las consecuencias.

En Venezuela el poder de las redes sociales se hace evidente ante las presiones que los medios tradicionales vienen recibiendo por parte del Gobierno Nacional, lo que le ha permito a la población usar herramientas como el Twitter para ejercer su derecho a la información. Ahora bien, esa herramienta, está hoy día siendo vulnerada por hacker electrónicos que vienen accediendo ilegalmente a cuentas para socavar la credibilidad de la red social y crear nuevamente autocensura y zozobra.


Tal realidad traslada al mundo de la comunicación digital la batalla que desde el mismo gobierno se ha empecinado en conseguir, que no es otra que la mal llamada “hegemonía comunicacional”,  algo que los ciudadanos y usuarios de esas redes deben evitar para que la razón máxima de la era 2.0 no se pierda que no es otra que la libre expresión de las ideas.